lunes, 16 de junio de 2014

El Verdadero Guerrero que todos llevamos dentro.

Hoy me gustaría colarme en vuestro corazón y contaros un cuento, para tod@s aquell@s que sienten la llamada a su Crecimiento personal, espero llenar con ello vuestra alma de sabiduría y de aliento vuestro Espíritu.


Dentro de tí vive un Guerrero que aprende a cada paso:






Erase una vez...

Satoor era un verdadero campeón de las artes marciales de su escuela, pero aún a pesar de su destreza, sabía que todavía no conocía plenamente las artes marciales que él en su corazón presentía. Y aunque dominaba el manejo de los músculos y sabía de la rapidez y del valor, también intuía que carecía de algo importante, algo… que quizá tenía que ver con la conciencia despierta.

Llegó el día en que decidió cambiar su vida y dirigirse a un lugar en las montañas en el que se hallaba un conocido maestro de nombre Budham, que aunque no era precisamente el más famoso, quizá porque nunca asistía a las competiciones, Satoor presentía que era el único capaz de transmitir y despertar lo que en tantas ocasiones atrás había percibido.

Cuando se presentó ante las puertas de aquel monasterio en las montañas, en donde hombres y mujeres eran fuertemente entrenados, pidió a Budham que le admitiese.

Éste escuchó a Satoor acerca de su deseo y le dijo:
“No estás preparado, no sabes de paciencia, no debo sembrar la semilla en una tierra insuficientemente trabajada”.

“Pero maestro, interpeló Satoor, haré lo que me pidas, vengo desde muy lejos y he llegado aquí tan sólo con el deseo de aprender los secretos milenarios de la flexibilidad y de la fuerza”.

“No sirves, eres caprichoso y tu mente está llena de espejismos y pasiones. No sabes aguantar tus deseos y, además, eres un inmaduro para los frutos del alma. Así que, lárgate”, dijo Budham, dando media vuelta y cerrando aquella enorme puerta.

Satoor se sentía decepcionado y deprimido, pero, sin embargo, seguía percibiendo que allí, tras aquellas puertas, se enseñaba aquello que siempre había presentido; por lo que decidió sentarse y esperar pacientemente junto a la puerta.

Pasaron tres días y tres noches, en los que Satoor se mantuvo en el umbral sin comer y sin beber, hasta que al final, Budham apareció de nuevo y dijo:
“Te he dicho que te largues”.
“Pero maestro”, dijo Satoor, “Juro por mis padres, que obedeceré sin rechistar lo que me ordenes, por difícil que esto me parezca”.

Budham, mirándole fijamente, dijo con severidad: “¿Prometes obedecer sin rechistar lo que aquí se te ordene durante un periodo ininterrumpido de 3 años?”.

“Sí, sí; lo juro”, dijo Satoor con una ráfaga de esperanza en su rostro.

El maestro abrió la puerta y Satoor cruzó el umbral.

Cuando transcurrió el primer año, Satoor seguía haciendo las labores más básicas de la cocina y de la limpieza de aquel enorme lugar, y todavía no había pisado una plataforma de instrucción. Sin embargo, pensaba para sus adentros: “El Maestro debe estar probándome, por lo que debo aguantar. Seguro que de un momento a otro comenzará mi enseñanza”.

Cuando había transcurrido el segundo año sin salir de aquel lugar, Satoor seguía sirviendo en la casa. Limpiaba, cocinaba, arreglaba el jardín y cuidaba de las labores más modestas, y aunque ya no se mostraba tan inquieto e impaciente, a veces se decía:
“No sé, no sé, creo que he caído en manos de un sinvergüenza que me explota. Maldita promesa que le hice. Desde luego, qué vano error he cometido cayendo en manos de este caradura que encima ni me habla”.

Ya cerca de los tres años de permanecer en aquel lugar, Satoor se encontraba tan adaptado que ya ni recordaba lo que había venido buscando. Podría afirmarse que las artes marciales y sus juveniles objetivos de llegada le dejaban indiferente. Sentía que se había convertido en nada, ya que pensaba que nadie le respetaba.
Aquella tarde, aparentemente como las demás, encontrándose en el jardín, apareció de repente Budham blandiendo un palo y, sin venir a cuento, le asestó un formidable golpe en la espalda. Hecho esto, desapareció rápidamente sin decir nada.

“¡Anda! Si además de explotador, está loco el viejo imbécil éste”, se dijo Satoor horrorizado.

Al día siguiente por la noche, encontrándose Satoor dormido fue, de súbito, despertado por la nueva llegada de Budham que le propinó un bastonazo en la cabeza, haciéndole ver todas las estrellas del firmamento. Hecho esto se retiró rápido y silencioso.
Satoor se dio cuenta que si quería salvar su vida de manos de ese loco furibundo tenía que estar atento, tenía que guardar una obsesiva alerta.
A los pocos días y encontrándose lavando trastos en la cocina, Budham se presentó de improviso y trató nuevamente de golpearlo, pero ¡oh sorpresa!, Satoor, que ya empezaba a despertar lo intuyó repentino y, girando vertiginoso paró el formidable golpe del maestro con una cacerola. Budham desapareció de inmediato.

Poco a poco, tanto en las noches como en los días, Satoor presentía. Se podía decir que veía, oía y sentía a través de sus sentidos internos las llegadas furtivas de Budham, antes de que sus golpes llegaran a su dolorido cuerpo. Satoor vivía en un estado acrecentado de atención, y ninguna labor que realizaba ocupaba tanto su conciencia como para no percibir la llegada sorpresa de los sucesos que lo probaban.
Y así, día a día, expiró el plazo que había jurado mantener. Fue entonces cuando Budham, de manera insólitamente amable y con un brillo de lucidez y complicidad en sus ojos, le dijo:

“Bien, mi querido Satoor. Has finalizado ya tu aprendizaje y estás preparado para enfrentar los tres peores enemigos del guerrero interior:
EL VICTIMISMO, LA DESATENCIÓN Y LA IMPACIENCIA.


Lo que aquí has aprendido, de hoy en adelante lo enseñarás sobre la Tierra".


Y ahora te invito a reflexionar sobre este cuento, que medites sus palabras y que sientas en tu corazón.Son bienvenidas todas vuestro sentir y meditar



1 comentario:

  1. Existe una energía .... la energia del universo... la que siento en cada dia de mi vida...
    No se si ella me busca a mi o yo la busco a ella...El caso es que hoy nos necesitamos...
    Hoy ha vuelto insistir, con este sencillo cuento...

    Yo he sido ya guerrera, pero es bien cierto que me siento agotada
    ..
    EL victimismo, la impaciencia y la desatención se enfrentan ya a mi...

    AYUDA

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